sábado, 27 de julio de 2013

Toma Tu Cruz


Todos queremos vivir esta vida a concho y ser felices. Nuestro objetivo es satisfacer nuestros deseos más profundos. Pero en el camino hacia nuestra propia satisfacción nos encontramos con la maldad que nos gobierna, que nos hace codiciar lo ajeno, la mujer del vecino, el celular del fulano. Queremos ser servidos y ser los primeros. La historia nos castiga y no nos dejará tranquilo; los números nos delatan.
Cuantas guerras por poder solo en un siglo, cuantos abusos contra mujeres y  niños. Y no hablo de clases sociales porque en mi misma población se están comiendo vivos los unos a los otros. Creamos drogas para esclavizarnos a nosotros mismos, damos miserias de sueldos para ganarnos una parte mayor. Subcontratos y contratistas roban fuerzas y esperanzas de hombres ignorantes a causas de un sistema que no eligieron y que decir de miles de máquinas tragamonedas Y traga vidas, hechas y diseñadas para darles suculentas ganancias a sus dueños.
Buscamos la comodidad y tapamos nuestros ojos a las catástrofes que nos rodean. Protegemos a los animales más que la vida misma. Queremos todo rápido sin esfuerzos ni sangre. No queremos someternos a nadie ni a ningún concejo. Si nos dicen deja eso, con más fuerzas lo tomamos. Nuestro YO, es un animal enjaulado que al mínimo segundo que le dejemos la puerta abierta destruirá todo a su paso.
Y preguntamos a nuestro Señor con caras hipócritas: ¿Por qué tomar nuestra cruz Señor?
Será que Dios nos conoce tan perfectamente que la única solución que nos ofrece para liberarnos de nuestra vana manera de vivir es MORIR. Morir a nuestra carne, a nuestros deseos pecaminosos, a nuestro egoísmo. O quizás somos tan incapaces de ver nuestra propia mierda desbordándose que Dios mismo tuvo que venir abofetearnos nuestra cara para reaccionar. Si!... él nos conoce muy bien, sabe que murmuramos en nuestras mentes. Jesús entonces,  conociendo los pensamientos de ellos,  respondiendo les dijo:  ¿Qué caviláis en vuestros corazones?[1] Él sabe que no vemos el daño que le hacemos a los demás cuando pecamos, sabe que no pensamos en las consecuencias cuando caminamos hacia ese deseo oculto.
Como está escrito:
No hay justo,  ni aun uno;
No hay quien entienda.
 No hay quien busque a Dios.
Todos se desviaron,  a una se hicieron inútiles;
 No hay quien haga lo bueno, 
no hay ni siquiera uno.
Sepulcro abierto es su garganta;
 Con su lengua engañan.
 Veneno de áspides hay debajo de sus labios;
Su boca está llena de maldición y de amargura. 
Sus pies se apresuran para derramar sangre;
Quebranto y desventura hay en sus caminos
Y no conocieron camino de paz. [2]
 Jesucristo fue severo contra el pecado que cargamos, fue perfectamente efectivo. Tomó nuestros pecados y los destruyó completamente en esa cruz.
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones,  molido por nuestros pecados;  el castigo de nuestra paz fue sobre él,  y por su llaga fuimos nosotros curados Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,  cada cual se apartó por su camino;  mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”[3]
Es ese lugar al cual nos quiere llevar nuestro Señor. Ahí mismo donde destruyó nuestra carne, nuestro pecado. Nos quiere llevar al único lugar donde podemos encontrar libertad. Verdadera libertad. Donde nuestros abominables deseos son destruidos. El llamado es a matar a nuestro viejo hombre, es llevarlo donde Jesucristo lo destruyó. La cruz. Es dejar nuestro modo de pensar, es dejar nuestra vana forma de vivir, destruir el chip con el cual  crecimos desde pequeño. Por eso debemos destruir el mundo pasado para comenzar una nueva vida. Junto a Dios.
               Cada uno de nosotros tiene un pasado que lo rige, un trauma que lo persigue, una desolación que lo atormenta, una filosofía que lo limita y un gobierno que lo somete. Pero este Dios Hombre fue al grano, fue a la raíz y sin cavilar entregó el camino a la libertad. Muchos no querrán saber como se llama la calle ni el paradero. Muchos la han escuchado y han escapado. Otros simplemente la ignoraron. Pero si tu quieres vivir por encima del mal, por encima de las aguas del pecado, por encima de la esclavitud. Te recomiendo tomar esa cruz y viajar a ese monte.
               La cruz te guía a un solo lugar; ese lugar llamado Gólgota donde  el Hijo de Dios venció invicto al Diablo y sus huestes, al mundo y la carne. Es ahí que tu orgullo, tu auto superación, la autoayuda, la religión, los moldes y las estructuras se derrumban. Pero también es donde encontraras alivio, descanso, libertad y vida en abundancia. La cruz es el comienzo de una nueva vida.
               Un padre deja a su hijo en una sala cuna lleno de juguetes, accesorios y muchos amigos. Lo deja encargado por un breve momento. El niño comienza a jugar con juegos que nunca había tomado, conoce a otros niños y comienza a pasar el tiempo. Hasta que llega el momento que el padre viene por el niño. Lo llama por su nombre, pero el niño no quiere ir donde su padre. No le interesa el llamado de su padre, le interesa solo jugar. Hasta que el niño deje su propio afán, su propia vida no podrá liberarse para obedecer la voz de su padre que desea llevarlo a su hogar.
Medite en las palabras de nuestro Señor Jesús:
“Y llamando a la gente y a sus discípulos,  les dijo:  Si alguno quiere venir en pos de mí,  niéguese a sí mismo,  y tome su cruz,  y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida,  la perderá;  y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio,  la salvará. Porque  ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo,  y perdiere su alma?”[4]



Lectura Radical 




Por: Fabián Pavez



[1] Lucas 5:22, Reina Valera 1960, RV60
[2] Romanos 3:10-17, Reina Valera 1960, RV60
[3] Isaías 53:5-6, Reina Valera 1960, RV60
[4] Marcos 8:34-36, Reina Valera 1960, RV60

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