miércoles, 1 de mayo de 2013

El Milagro de la Vida

El milagro de la vida


                Dios ha creado a la humanidad de una forma sublime y maravillosa. Cada proceso, cada milésima de segundos, cada célula, cada micro movimiento ha sido totalmente planeado. Me imagino a Dios dándole poder extra a ese espermatozoide para ser superior a los millones otros que buscan ser parte de este mundo.
                Creo que Dios ha hecho algo especial en cada uno de nosotros, así como una ayuda extra para entrar en ese ovario y poder gustar del nacimiento.  Sé que no sale en la biblia lo que estoy hablando, pero cuando escucho hablar a David esto: Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre”[1], se me paran los pelos saber que Dios estuvo en el vientre de mi madre acompañando, dirigiendo todo el proceso. Realmente es grandioso, maravilloso ser parte de un proyecto tan grande llamado humanidad.
                Todo el poder de Dios, su eterna gloria se ven manifestada en algo tan pequeño como es el nacimiento. Y nosotros creemos que Dios nos ha dejado al azar y al destino propio sin ningún cuidado, pero al ver este maravilloso video puedo estar seguro que Dios ha estado cuidando de cada uno de nosotros como un amante de la botánica a sus plantas tan amadas.
                Dios lo ha dejado claro, nosotros somos más importantes que unas plantas, escúchelo usted mismo, “Fíjense en las aves del cielo:  no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros;  sin embargo,  el Padre celestial las alimenta.  ¿No valen ustedes mucho más que ellas?... Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno,  ¿no hará mucho más por ustedes,  gente de poca fe?”[2], y qué decir de este himno:
  ¡Oh Jehová,  Señor nuestro,
 Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
 Has puesto tu gloria sobre los cielos;
De la boca de los niños y de los que maman,
 fundaste la fortaleza,
 A causa de tus enemigos,
 Para hacer callar al enemigo y al vengativo.
Cuando veo tus cielos,  obra de tus dedos,
 La luna y las estrellas que tú formaste,
Digo:  ¿Qué es el hombre,  para que tengas de él memoria,
 Y el hijo del hombre,  para que lo visites?
Le has hecho poco menor que los ángeles,
 Y lo coronaste de gloria y de honra.
Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
 Todo lo pusiste debajo de sus pies:
Ovejas y bueyes,  todo ello,
 Y asimismo las bestias del campo,
Las aves de los cielos y los peces del mar;
 Todo cuanto pasa por los senderos del mar.
¡Oh Jehová,  Señor nuestro,
 Cuán grande es tu nombre en toda la tierra![3]
Dios ha sido un padre cuidadoso desde un comienzo, nos hizo únicos y con un propósito. Nada ha sido hecho como los científicos evolucionistas han querido hacer creer al mundo. De ninguna manera somos el resultado de una explosión ordinaria. Al contrario; somos una explosión de sublime gracia, una explosión llena de diseños originales de una mente eternamente grandiosa. Una explosión de majestuosidad, donde ha mezclado los ritmos como una obra maestra de Beethoven. 
El rey David ha escrito acertada mente  “De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza” [4], pues las perfecciones de Dios son visibles por medio de instrumentos débiles exponiendo su alabanza. Jamieson, Fausset y Brown dicen de este versículo: “Los párvulos no son sólo una evidencia maravillosa del poder y arte de Dios, en su constitución física, sus instintos, y su temprano desarrollo intelectual, sino también en su admiración espontánea de las obras de Dios, por lo que avergüenzan o callan a los que injurian y litigan contra Dios”.[5]
                Si tan solo dejamos de buscar lejos del universo la respuesta y nos volviéramos a Dios con todo nuestro corazón, si tan solo pudiéramos ver cuán grande son sus obras observando dentro de un vientre de una mujer, si tan solo nos centramos en esos bebes que han nacido tan débiles y tiernos veríamos los ojos de un Dios todopoderoso dejándose ver por una humanidad que no puede subsistir sin que Dios brinde el oxigeno cada día.
                Mientras que buscamos respuestas lejos de la tierra, Dios ha venido en forma de hombre para habitar entre medio nuestro. Se hizo débil para avergonzar a los que se creen fuertes, se hizo tan pequeño que dejó que su futuro dependiera de una adolescente mujer y un hombre pobre de Israel. Fue un bebe, fue un niño, fue todo lo que nosotros hemos sido en este recorrido por la tierra. Quiso compartir con su creación y eso le ha dado a la humanidad el valor más alto que nadie podría darle; el precio eterno. Este es el milagro de la vida.




[1] Salmo 139:13, Dios Habla Hoy, DHH
[2] Mateo 6:26,30, Nueva Versión Internacional, NVI
[3] Salmo 8:1-9, Reina Valera 1960,RV60
[4] Salmo 8:2, Reina Valera 1960,RV60
[5] Comentario Bíblico Jamieson, Fausset y Brown, Salmo 8:2

                  Por: Fabian Pavez

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